Primavera adelantada
Presentación a Primavera Adelantada
Por Daniel Grossman
El artículo científico aquí presentado, es un trabajo realizado por un reportero científico que se dedica a la difusión de la ciencia (con gran éxito, por cierto) y es una revisión exhaustiva, para su tiempo, de los principales trabajos que documentan la tendencia del clima a hacerse cada vez más cálido debido, principalmente, a la actividad humana.
La decisión de incorporarlo en esta sección es debido a la relación existente entre los sistemas vivos y los factores abióticos. Las especies, moldeadas por la selección natural, han acoplado sus ciclos reproductivos y migratorios a factores abióticos; en este caso, a la temperatura. ¿Qué esperamos que ocurra al calentarse el planeta? ¿Afectará esto de alguna manera a las especies?
El trabajo de Grossman es magnífico, y nos deja de manifiesto la estrecha relación existente entre los sistemas vivos y su ambiente no vivo.
Grossman estudió en el MIT, posee un doctorado en ciencias políticas y estudios en Física. Es un laureado periodista y difusor de la ciencia con 20 años de experiencia que ha reporteado desde los siete continentes, incluidos ambos polos.
Primavera Adelantada
Por Daniel Grossman
Conforme la temperatura se eleva cada vez más temprano en la primavera, en muchos ecosistemas las especies interdependientes están peligrosamente saliendo de sincronía.
Durante su crecimiento en Inglaterra durante la década de 1950, Alastair Fitter pasó mucho tiempo paseando con su padre por los campos cercanos a su hogar. El mayor de los Fitter, Richard, ahora de 90 años es un notorio naturalista (que ha escrito cerca de tres docenas de libros acerca de flores, aves y tópicos relacionados). A manera de hobby, Richard anotó las fechas de la primera floración anual de cientos de plantas, la fecha primaveral de llegada de diversas aves migratorias, las fechas de partida en el verano tardío de algunas mariposas y otros datos del paso de las estaciones. Richard, quien insiste en ser únicamente “un inveterado elaborador de listas,” nunca pensó que sus anotaciones llegasen a tener algún propósito científico:
Él dice de sí mismo: “Cuando tenía 10 años, supe que debía elaborar y conservar notas.” Alastair se convirtió en naturalista como su padre, así como en profesor de ecología de la Universidad de York. De adulto, se dio cuenta que las notas de su padre eran uno de los pocos casos en que un solo observador había colectado sistemáticamente y por tanto tiempo los datos estacionales de tantas especies de un solo lugar. Así, cuando Fitter padre decidió mudarse en 2001, Alastair decidió ojear los datos colectados durante 47 años. Para entonces, los investigadores climatólogos ya habían confirmado que la Tierra se está calentando rápidamente. La temperatura a nivel del suelo se ha incrementado en cerca de 0.6°C durante los últimos 100 años. La década de 1990 es la más cálida que se ha registrado. Así que pensó que los datos de su padre podrían confirmar con hechos registrados en la vida de las plantas, lo que los climatólogos habían hecho con termómetros.
Lo que Alastair descubrió lo dejó sorprendido. Un análisis de los registros que había hecho a principios de los 90’s no mostraba un patrón consistente. Pero al comparar los datos de floración de toda la década de 1990 con los de las 4 décadas previas, encontró que 385 plantas estuvieron floreando un promedio de 4.5 días antes (ver gráficas). Un pequeño subgrupo de 60 especies vegetales florecieron un promedio de 2 semanas completas antes; un cambio sorprendente para una sola década. Por lo que Richard Fitter afirma que, por lo menos en las cercanías de Oxford, Inglaterra; “el cambio climático está ocurriendo de manera extremadamente repentina”.
La investigación publicada por los Fitter en la revista Science en el año 2002, fue solo una de las iniciadoras de un número rápidamente creciente de estudios que muestran lo rápido que están ocurriendo los cambios en los patrones de vida de las plantas y animales de todo el mundo. Así, en el año 2002, el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), publicó una revisión de estos tópicos basada en 2500 artículos. Una cantidad considerable de ellos, reportaban una relación entre las especies y la temperatura en por lo menos los últimos 20 años. De las más de 500 especies de aves, anfibios, plantas y otros organismos estudiadas en estas publicaciones, 89 por ciento de ellos habían cambiado sus fechas de reproducción o migración, duración de la época de crecimiento y tamaño o distribución de la población en términos derivados de la elevación de la temperatura. Los autores de tal revisión concluyeron que “ha habido un impacto discernible del cambio climático regional, particularmente el incremento de la temperatura, sobre los sistemas biológicos durante el siglo XX” Como en el estudio de los Fitter sobre la floración, la mayoría de los estudios revisados por el IPCC no investigaban si los cambios eran o no dañinos, pero Alastair Fitter cree que los efectos adversos son inevitables: “Mientras que la época de floración puede parecer algo inocuo, la extinción no lo es, y este va ser el siguiente paso”.
Un pequeño grupo de estudiosos está recogiendo el reto de averiguar si el calentamiento global está teniendo un efecto adverso en las relaciones entre las plantas y los animales dentro de los ecosistemas. Tal investigación está probando que, en algunos casos, la lóbrega profecía de los Fitter se está convirtiendo en una realidad: el incremento de la temperatura están degradando los eslabones de las cadenas tróficas y la capacidad de algunas criaturas para vivir en sus hábitats. En por lo menos una instancia, el investigador predijo que el calentamiento global extirparía una especie de una región completa en un plazo de 15 años. Aunque hasta ahora los datos son insuficientes para probar que muchos ecosistemas están cambiando, los hallazgos ya apuntan en dirección a la perturbación.
El Gusano y las Aves Tempranas.
En una pequeña oficina del Instituto Holandés de Ecología, no lejos de Arnhem, Marcel E. Visser anda a gatas bajo su escritorio. Visser es jefe del departamento de población animal del instituto. Justo ahora está tratando de atrapar una pequeña ave que entró a la habitación por una ventana abierta. Pero antes de que el científico le atrape, el ave emprende el vuelo y sale por voluntad propia.
Por coincidencia, el ave era un herrerillo mayor, especie sujeta a un estudio de largo plazo que Visser encabeza. El estudio no estaba diseñado para investigar el calentamiento global. Cuando el antecesor de Visser inició el estudio en la década de 1950, se buscaba contribuir al conocimiento general de la población de esta ave. Sin embargo, bajo el liderazgo de Visser la investigación se ha convertido en la única en el mundo que examina el efecto en cascada del calentamiento global sobre las cadenas alimenticias.
Los herrerillos mayores del Parque Nacional De Hoge Velewe, que ocupa una amplia área boscosa cerca de la oficina de Visser, se enzarzan en sus rituales de nidación en abril y mayo. Al mismo tiempo, Visser se enzarza en sus propios rituales de primavera, monitoreando a estas aves y a su prole. Este científico y su equipo de asistentes registran las actividades y la salud de todas las parejas en unas 400 cajas de madera que hacen las veces de nido en el Parque Nacional.
Datos de las primeras floraciones de 395 especies de plantas; desde 1991 al año 2000 (la década más cálida documentada), que representan un promedio de 4.5 días más adelantadas que la media de 1954 a 1990. Para mayor claridad, se omiten dos especies con desviaciones extremas: Labium albun (-55 días) y Buddleia davidii (+36 días). La gráfica pequeña destaca los cambios ocurridos en la década de los 90’s, ya que representa la media de la primera floración de cada década con la media total (1954 - 2000).
Una mañana de mediados de mayo, cargando una escalera de mano sobre su hombro, este ornitólogo montó en su bicicleta y avanzó por las veredas del parque. Después de algunos minutos pedaleando, se estacionó cerca de una caja de nidación montada unos pocos metros sobre el nivel de los ojos en un largo y delgado roble. Con ayuda de la escalera, trepó al árbol, instaló una trampa metálica en la caja y esperó a poca distancia. En un momento, la trampa capturó a uno de los dos adultos que anidaban en la caja. Con cuidado, Visser extrajo al ave de la trampa. Tenía el dorso gris, la cabeza blanca con negro y el pecho amarillo pálido con una franja negra y pesaba por lo mucho, lo mismo que una pila AA. Gentilmente tomó la cabeza del ave entre sus dedos índice y medio y tomó algunas medidas con una regla. Pesó al pequeño animal dentro de una bolsa para emparedados. Estas estadísticas, multiplicadas miles de veces cada estación del año, constituyen la materia prima de la investigación de Visser. Él y sus colegas visitan cada caja una vez por semana, excepto cuando van a nacer los polluelos (y posteriormente, mientras empluman), época en la que hacen chequeos diarios.
Los registros de crecimiento realizados en el herrerillo mayor, tomados miles de veces cada estación por Marcel E. Visser y su equipo en el Instituto de Ecología de Holanda, arrojan información acerca de la reacción del ecosistema local ante el cambio climático. Esta investigación, iniciada en 1955 para ayudar a comprender la dinámica poblacional de la especie, se ha convertido en uno de los mejores ejemplos de cómo el cambio climático puede disturbar los eslabones de las cadenas tróficas.
Los hallazgos de Visser parecen inofensivos: los herrerillos depositaron sus huevos más o menos en las mismas fechas durante el año pasado, que las fechas de 1995. Pero durante el mismo período, la temperatura primaveral en el área se ha incrementado; especialmente durante la parte media de la primavera (entre el 16 de abril y el 15 de mayo), que se ha visto 2°C más elevada. Y mientras la cronología de los herrerillos no ha cambiado con el calentamiento, la de las orugas de la mariposa nocturna de invierno sí lo ha hecho (con estas larvas, junto con las de otras especies menos abundantes, los herrerillos alimentan a sus polluelos). (ver figura…..). La biomasa de las orugas (o sea, la cantidad de carne total disponible para las aves), llega a su máximo 2 semanas antes de lo que lo hacía en 1985. En aquél entonces, esto ocurría casi precisamente cuando los herrerillos más lo necesitaban. Ahora, para cuando la mayoría de los polluelos ha nacido, la estación de orugas está decayendo y el alimento empieza a escasear. Únicamente los polluelos más tempranos consiguen gusanos.
Con esto Visser no solo quiere decir que es este eslabón del ave y la mariposa nocturna el que está desacoplándose o saliendo de sincronía. Por ello, este científico buscó hacia abajo en la cadena alimentaria en la relación entre la mariposa nocturna y su alimento (constituido por hojas tiernas de roble). Para sobrevivir, las orugas de mariposa nocturna, eclosionan casi precisamente al momento del brote de retoños, cuando las hojas de roble se abren. Si el insecto eclosiona mas de unos cinco días antes del brote de retoños, morirá de hambre. También morirá de hambre si eclosiona más de dos semanas tarde, puesto que las hojas de roble estarán impregnadas con taninos inpalatables para las orugas. Visser ha descubierto que en la actualidad, en el parque De Hoge Velewe, el brote de retoños de los robles ocurre unos 10 días antes que hace 20 años. Las orugas eclosionan unos 15 días antes, sobrecompensando con 5 días el cambio en los robles. Las orugas ya eclosionaban unos días antes del brote de retoños en 1985, por lo que ahora deben esperar un promedio de 8 días por su alimento.
La investigación de Visser muestra que la población de invierno de mariposas nocturnas en De Hoge Velewe está declinando, pero no ha colectado un número suficiente de mariposas para estar seguro de que esto no es parte de un ciclo natural. Hasta ahora, la diferencia entre los horarios de las orugas y las aves no ha tenido efectos demostrables en el número de herrerillos. Los científicos suponen que esto podría ser porque las fluctuaciones anuales normales provocadas por factores diversos, redundan en una mayor disponibilidad de alimento invernal que supera al impacto que provocaría el calentamiento. Sin embargo, en un sistema en el que “la sincronía lo es todo”, Visser observa que el desfasamiento entre eslabones de la cadena trófica no puede seguir creciendo sin consecuencias. Él dice acerca de las aves: “solo es cuestión de tiempo antes de que veamos caer a la población”.
De acuerdo a Visser, lo que es más inquietante acerca de su investigación no es que los herrerillos de Hoge Velewe pudieran estar al borde de la declinación, sino que tal declinación sugiere que muchas otras especies están en el mismo peligro. Sus hallazgos sugieren que existe una vulnerabilidad hacia el cambio climático que es universal a todos los ecosistemas. Algunos científicos dicen que estas debilidades se entienden de manera más exacta empleando un vocabulario inventado en la década de 1960 por el biólogo marino David Cushing, antiguamente director suplente de los Laboratorios de Pesca en Lowestoft, Inglaterra.
Acoplamiento y Desacoplamiento
Con la intención de explicar las variaciones en las existencias de arenque, Cushing observó al fitoplancton, el alimento del alevino de arenque. Él demostró que cuando la eclosión de alevinos de arenque coincidía con la época de proliferación de fitoplancton, una alta proporción de las crías de ese año sobrevivían hasta el estado adulto. Este feliz estado de acontecimientos, que conlleva a un elevado número de alevinos, se llama acoplamiento. En contraste, un desacoplamiento, es cuando la eclosión de alevinos está fuera de sincronía con su alimento, provocando un año de baja densidad.
Esta hipótesis conceptualmente simple de acoplamiento y desacoplamiento está siendo aplicada actualmente por cierto número de investigadores para explicar el impacto del calentamiento climático. El poder de la idea proviene en parte del hecho de que un acoplamiento puede referirse a distintos tipos de relaciones. Por ejemplo, puede describir relaciones temporales entre un depredador y su presa (como es el caso de los herrerillos y las orugas), o una relación planta – animal, como es el caso de las orugas y los robles. Esto puede ser aplicado a las relaciones temporales entre plantas. Por ejemplo, los Fitter encontraron que los cambios recientes en el tiempo de floración de las plantas no es uniforme entre diversas especies. Alastair Fitter dice que este tipo de discrepancias significa, entre otras cosas, que la competencia por luz, nutrientes y agua, se verá alterada, como él y su padre escribieron en la revista Science, “con profundas consecuencias ecológicas y evolutivas.” Finalmente, el concepto de acoplamiento – desacoplamiento puede ser aplicado a las relaciones entre animales o plantas y su ambiente físico. Un ejemplo es una investigación en el estado de Colorado, USA, que muestra que los petirrojos americanos que migran a sus hábitats de gran altitud en verano, llegan tempranamente y deben esperar a que la nieve de invierno se funda antes de aparearse.
Puesto que el acoplamiento frecuentemente requiere de sincronía entre especies distintas, no es sorpresa que el cambio climático genere desacoplamientos. Algunas especies están influenciadas por temperaturas promedio, mientras otras solo responden a temperaturas extremas, tales como las olas de frío.
Las especies interdependientes pueden desacoplarse por el estrés del calentamiento global. En el Parque Nacional Hoge Velewe, en Holanda, los cambios en los patrones climáticos han provocado que los brotes de retoños se conviertan en hojas más temprano en la estación. Como resultado, las orugas de las mariposas nocturnas de invierno (un importante alimento que las crías de herrerillo mayor necesitan para alcanzar el tamaño adulto), alcanzan su mayor nivel de biomasa total más temprano en la actualidad (derecha), comparadas con los datos de hace dos décadas (izquierda). La fecha de puesta de los huevos por los herrerillos, no ha cambiado.
Por ejemplo, los herrerillos, robles y mariposas nocturnas, todos parecen responder de alguna manera a la temperatura, aunque cada quien de distinta manera. La fecha de eclosión de los huevos de herrerillo parece estar determinada cerca de un mes antes, cuando los huevos son depositados. Visser dice que en el parque De Hoge Velewe las aves basan la puesta de los huevos en las temperaturas de inicio de primavera, las cuáles, en contraste con las temperaturas de finales de primavera, no han cambiado en los últimos 30 años. Visser ha descubierto que la fecha de eclosión de los huevos de mariposa nocturna parece estar relacionada con una combinación de dos factores: el número de días con helada durante el invierno y principios de la primavera (días en que la temperatura es menor a 0°C) y las temperaturas de finales de invierno y principios de la primavera. Las temperaturas en el parque De Hoge Velewe durante el invierno y principios de primavera se han incrementado en las décadas recientes, aunque no ha habido cambios en el número de días con helada. Finalmente, los robles parecen ajustar su tiempo de brote de retoños dependiendo en parte de las temperaturas de finales de primavera, que se han incrementado en 2 °C desde 1980. Durante miles de años de evolución, estos tres organismos han sincronizado sus ciclos vitales empleando estos parámetros. Pero el calentamiento climático ha desacoplado los parámetros, por lo que las antiguas reglas ya no sirven.
Los animales que migran largas distancias enfrentan retos especiales. Ellos pueden requerir el uso de parámetros en cierto hábitat para determinar cuándo partir hacia otro. En el caso de las aves migratorias, la llegada al sitio de apareamiento de verano puede requerir una cronología de partida de las tierras de invierno muy precisa. Pero los parámetros de las tierras de invierno no necesariamente varían de manera sincrónica con los cambios en las áreas de crianza; especialmente si los sitios de invierno y de verano están separados por miles de kilómetros, como es el caso de muchas aves. Una razón es que el clima no está cambiando uniformemente en todo el globo. Por ejemplo, comparados con las regiones templadas, los trópicos casi no se están calentando. Los diversos efectos del calentamiento sobre El Niño y otros fenómenos climáticos similares confunden aún más nuestros esquemas. Más aún, puesto que las temperaturas en el trópico no están fuertemente correlacionadas con las de las regiones templadas, incluso muchas aves no emplean parámetros climáticos para decidir cuándo abandonar los sitios tropicales donde pasan el invierno. En lugar de ello, las aves regulan sus viajes por la duración del día. Por supuesto que el calentamiento global no ha afectado la duración del día. Así, tales aves están en peligro de llegar a las tierras templadas de apareamiento en una fecha que no tenga sentido.
Christiaan Both de la Universidad de Groeningen en Holanda afirma que el papamoscas manchado que migra 5000 kilómetros desde el oeste de África hasta el parque De Hoge Velewe, también en Holanda, parece estar sufriendo de tal desacoplamiento entre las condiciones de los lugares de apareamiento y de invierno. Como los herrerillos mayores, los papamoscas alimentan a sus críos con orugas, las cuales alcanzan su pico de abundancia 15 días antes de lo que lo hacían hace 20 años. Pero los papamoscas están llegando virtualmente en la misma fecha de lo que lo hacían en 1980. En un artículo publicado en la revista Nature en 2001, Both y su coautor, Marcel Visser, observaron que el parámetro de los papamoscas para dejar África es la duración del día, lo que explica por qué la fecha de llegada no ha cambiado. Both señala: “Ellos tienen una regla de decisión que se ha hecho anti – adaptativa”.
Las aves han compensado su migración tardía acortando su tiempo de descanso al llegar a Holanda. El intervalo entre la llegada y el apareamiento ha disminuido 10 días desde 1980. Pero aún así, no es suficiente para producir progenie en sincronía con el pico máximo de orugas. Actualmente solo los papamoscas que llegan más temprano tienen crías saludables. Los demás tienen crías con bajo peso, la mayoría de las cuales no regresa el siguiente año para aparearse. Las aves han dejado de anidar en bosques donde la estación de orugas es más temprana. Both afirma que a la fecha, la población de papamoscas no parece estar disminuyendo, pero esto puede cambiar si el calentamiento continúa, ya que las aves no podrán acortar aún más el tiempo entre la llegada y el apareamiento: “Ellos ya han empleado todo el margen de seguridad que tenían”. Both y Visser especulan en su artículo de Nature que el mismo mecanismo que está afectando a los papamoscas manchados, puede ser uno de los factores que ocasionan el que cierto número de otras aves migrantorias europeas hayan declinado en años recientes.
El Pingüino en la Mina de Carbón
Existen varios síntomas de calentamiento, pero hasta ahora, solo unos cuantos en los que un desacoplamiento provocado por el cambio climático haya tenido un impacto serio en una población animal o vegetal. Sin embargo, el ecólogo William Fraser, de la Universidad Estatal de Montana dice tener evidencia de que el cambio climático está causando una extinción en el pingüino de Adelaida que vive en la costa oeste de la Península Antártica. Durante los pasados 30 años, Fraser ha documentado una sorprendente declinación del 70% en el número de pingüinos de Adelaida que anidan en las islas vecinas a la Estación Palmer, una de las 3 bases de investigación que USA tiene en la Antártida. Él cree que el cambio climático está afectando a estas aves a través de un mecanismo insospechado previamente, probando la dificultad de anticiparse al modo como la naturaleza responderá ante las temperaturas cada vez más altas.
La Península Antártica ha experimentado más calentamiento que ningún otro lugar de la Tierra. Durante los pasados 50 años, las temperaturas invernales en esta parte de la Península Antártica se han incrementado en casi 6°C. Contrariamente a lo esperado, este calentamiento ha incrementado la caída de nieve. Esto es en parte porque el hielo marino, que forma una capa impermeable sobre el océano, ha decrecido con las altas temperaturas, permitiendo que una mayor cantidad de humedad escape del mar hacia la atmósfera. Esa humedad cae como nieve. Fraser afirma que las colonias que sufren las mayores pérdidas se localizan en la vertiente sur de las colinas de las rocosas tierras de nidación. Él ha descubierto que estas áreas también están recibiendo los mayores impactos de la caída extra de nieve en toda la Península Antártica. Las vertientes sur, en el sotavento de los vientos predominantes de esta región de tormentas invernales, son las últimas en deshelarse en primavera, ya que colectan las corrientes de nieve en invierno y reciben relativamente poco calor solar (las vertientes sur son más soleadas en el hemisferio norte; lo opuesto ocurre en el hemisferio sur). Fraser explica que Adelaida requiere demasiada sincronía, ya que es necesario que la secuencia de condiciones ocurra en una secuencia muy precisa, y la nieve extra está alterando esta cronología.
<center>El pingüino de Adelaida, de una población cercana a la base de investigación Palmer Station en la Antártida, que ha disminuido se población en 70% en tres décadas.
Poco después de llegar a estas islas para aparearse en octubre, estas aves necesitan suelo raso para construir sus nidos con guijarros. Si la nieve no se derrite a tiempo, ocasionalmente ellos tratarán de anidar encima de ella, pero eso no funciona. Cuando la nieve se derrite, los huevos en tal nido estarán empapados, produciendo huevos podridos, no polluelos. La precipitación actual varía de un año a otro, pero con el tiempo, el incremento de nieve ha reducido el número de miembros nuevos que se agreguen a las menguantes colonias. Fraser llama a este dilema de los pingüinos “un desfasamiento entre la física y la biología.” Él predice que conforme el proceso continúe, un mayor número de islas se verán afectadas, extirpando a los pingüinos de Adelaida de esta región en unos 15 años. Asimismo, afirma que estos pingüinos “son indicadores extremadamente sensibles de las perturbaciones climáticas inducidas por el hombre,” sugiriendo que en cualquier parte, algo malo pudiera estar en marcha. Los pingüinos son una pieza más de evidencia de que nuestro planeta está cambiando.
A pesar de la suerte de los pingüinos de Adelaida estudiados por Fraser, muchos investigadores dicen que en muchos casos, plantas y animales serán capaces de adaptarse a las condiciones cambiantes. Christiaan Both está haciendo estudios de genética en los papamoscas manchados para ver si algunas familias están migrando antes, permitiendo la posibilidad de que la evolución producirá una subespecie que migre antes. Sin embargo, en por lo menos en algunos casos, es poco probable que un truco evolutivo pudiera resolver el problema que el calentamiento global ha generado. Por ejemplo, pudiera ser que la evolución produjera un herrerillo mayor que pudiera permanecer en sincronía con las orugas en los árboles de roble en el parque De Hoge Velewe.
Pero hay un problema: antes de que los herrerillos hembra puedan producir huevos, ellas deben nutrirse a sí mismas. Ellas así lo hacen forrajeando insectos en una variedad de árboles, principalmente alerces y abedules, que abren sus hojas antes que los robles. Estos árboles no han cambiado la fecha del brote de retoños tanto como lo ha hecho el roble. Si esta tendencia continúa y si los insectos en estos árboles permanecen en sincronía con los brotes de retoños de alerces y abedules, los herrerillos no podrán estar listos para aparearse antes de la estación.
Los pingüinos de Adelaida sufren de un incremento en las nevadas al anidar, como consecuencia de temperaturas cada vez más elevadas. En la Península antártica de la costa oeste. La nieve derretida inunda los nidos, por lo que los huevos no eclosionan.
Muchas especies, como ciertas aves e insectos, ya están respondiendo (y parece que continuarán haciéndolo), al calentamiento global moviendo su distribución más hacia el sur o, en áreas montañosas, a mayor altitud. Especies menos móviles, como los árboles, quedarán relegadas. Terry L. Root, una bióloga del Centro de Ciencias Ambientales y Política de la Universidad de Stanford, advierte que estas respuestas ambientales provocarán que los ecosistemas existentes sean destrozados, dejando ambientes alterados y más empobrecidos en su lugar. El problema se compone de los usos que el hombre da a la tierra, tales como ciudades, granjas y autopistas, que fragmenten el paisaje. Root publicó un artículo en la revista Nature el año pasado con evidencia de “huellas” de calentamiento global en plantas y animales silvestres. Ella afirma que el estudio de polen de la última era glacial sugiere lo que puede pasar. Tal investigación muestra que conforme la manta de hielo que cubrió casi todo Norteamérica se retiró al norte, los bosques no se quedaron atrás. Pero las comunidades completas no simplemente se movieron al norte en sincronía con las temperaturas elevadas, sino en lugar de eso, la mezcla de plantas y animales cambió conforme el bosque se movía. Root teme que el calentamiento global pudiese provocar resultados similares, creando ecosistemas no conocidos hasta ahora y eliminando especies que ya no encajen.
Desde luego existe mucha más investigación por realizar para determinar qué tan serio y diseminado es el problema. Asimismo, algunos acertijos deben ser resueltos. Por ejemplo, ¿por qué los herrerillos mayores del parque De Hoge Velewe fallaron en su sincronía con las orugas de las mariposas nocturnas de invierno, mientras que aves de la misma especie en un lugar de investigación cerca de Cambridge, Inglaterra, a unos 400 kilómetros, alteraron sus ciclos de vida de acuerdo con los mismos insectos? Algo que menciona Alister Fitter es claro: “El mundo natural está atento a qué va a ser del clima.” Y agrega, “Se va a poner peor.”
Tomado de:
Grossman, Daniel. Scientific American. January 2004. Pp. 84-91
Traducción libre por:
M. en C. Luis Alfredo Vázquez Bárcena.
Glosario*
Alevino. Cría de pez que acaba de eclosionar y que aún se alimenta de las sustancias acumuladas en el huevo.
Eclosionar. Se refiere al momento en que un nuevo ser surge de un huevo; ya sea de vertebrado o de invertebrado
El Niño. Fenómeno meteorológico que afecta las corrientes marinas del Pacífico Sur, frente a las costas de Sudamérica.
Enzarzar. Enredarse en una zarzal. Involucrarse en actividades complejas; algunas veces sin sentido.
Impalatable. Término que se refiere a la imposibilidad de ingerir, de paladear un alimento debido a la presencia de sustancias tóxicas
Inveterado. Enraizado, antiguo; se refiere también a una persona de que durante un tiempo considerable ha desempeñado cierta actividad.
Menguante. Que mengua, que se reduce físicamente.
Ornitólogo. Persona que se dedica a la ornitología, que es el estudio de las aves.
Prole. Descendencia.
Sotavento. Término marino que se refiere a la parte opuesta en la que sopla el viento
- Este glosario ha sido agregado para facilitar la comprensión del texto, y fue elaborado gracias a la revisión hecha por alumnos de Biología II.