Tema III. Filogenia e historia de vida:
La historia de la vida en la Tierra es dramática y apasionante, ya que está llena de extinciones, surgimiento de nuevas especies, momentos de crisis en los que la vida en la Tierra se vio en riesgo, y florecimientos de la biota planetaria. Esta historia es digna de conocerse y de gran importancia científica; la ciencia que hemos desarrollado para ello es la biología evolutiva, la cual tiene como objetivos:
Desentrañar la historia evolutiva de los seres vivos actuales
Analizar y comprender los procesos que han originado la diversidad actual a partir de un antepasado común.
Conocer la filogenia, que es conocer las relaciones de afinidad y parentesco entre los distintos organismos, tratando de dilucidar en lo posible, el origen y la historia evolutiva de los taxones.
No obstante, estos objetivos son un desafío, ya que la información que tenemos de la vida en el pasado es escasa y fragmentada; esto, debido a que dependemos del conocimiento de los fósiles. Debemos entender que la fosilización no es un proceso muy común y que los fósiles en el ambiente se ven expuestos a una gran variedad de factores que pueden, potencialmente destruirlos, tales como la erosión y el verse sujetos a las poderosas fuerzas geológicas del planeta, esto sumado a la imposibilidad de conocer muchos de ellos por su ubicación en lugares inaccesibles. Lógicamente, los fósiles más antiguos han estado más tiempo sujetos a las eventualidades señaladas, por lo que son más difíciles de conocer. En esta temática estudiaremos algunos de los objetivos señalados de la biología evolutiva
Extinciones y radiación adaptativa.
Extinciones
Como ya hemos comentado, en ocasiones los factores del ambiente pueden ser tan intensos, o tan súbitos que avasallan a la especie, de modo que no tiene tiempo de adaptarse y todos sus integrantes son muertos, por lo que la especies se extingue, por lo menos localmente, aunque tal extinción puede ser total, por lo que la especie desaparece para siempre de la faz de la Tierra.
La extinción es un hecho normal y común en la naturaleza y ha sido una constante en la historia de la vida desde sus orígenes. De hecho, se considera que en la actualidad existe aproximadamente el 1 por ciento de todas las especies que han existido en la historia de la Tierra.
Basándose en datos recopilados del registro fósil, los paleontólogos consideran que las especies tienen un promedio de vida de un millón de años; por ejemplo, algunas especies de bivalvos del Jurásico duraron 20 millones de años en promedio, mientras que en algunas especies de amonitas del Cretácico sobrevivieron un promedio de solo unos 500 000 a 700 000 años. De estos datos y otros derivados del estudio de extinciones en islas, algunos investigadores consideran que la tasa de extinción en los ecosistemas naturales debería ser constante y mensurable.
Asimismo, se considera que al extinguirse una especie, otra especie evoluciona y ocupa el nicho ecológico desocupado por la extinción previa. De este modo, los seres vivos ocupan la mayor cantidad de nichos ecológicos.
No obstante, la tasa de extinción no siempre ha sido constante en la historia de la Tierra. Ha habido momentos geológicos en los que se han presentado las llamadas Extinciones Masivas, que son épocas en las que por catástrofes diversas, porcentajes considerables de la biota planetaria desaparece (hasta el 90% de los seres vivos). Por ejemplo, las divisiones del tiempo geológico en Eras y Períodos se basan en extinciones masivas, siendo dos de las más considerables las que separan las eras Paleozoica - Mesozoica y Mesozoica - Cenozoica.
En la actualidad, muchos investigadores consideran que nos encontramos en medio de una extinción masiva, aunque en este caso, la catástrofe no es debida al choque de cometas o meteoritos con el planeta, ni a la actividad volcánica simultánea de decenas y hasta cientos de volcanes, sino al crecimiento de la población humana y al uso intensivo de los recursos naturales que hacemos.
En los casos documentados de extinciones masivas, siempre ha ocurrido que los sobrevivientes han logrado evolucionar y diversificarse para recolonizar el planeta y generar en cada caso, seres con adaptaciones más sofisticadas, como ocurrió con la evolución de mamíferos y aves a partir de la extinción masiva que separa al mesozoico del cenozoico, cuando desaparecieron gran diversidad de especies acuáticas y terrestres incluidos los dinosaurios.
Formalmente, se consideran cuatro tipos de extinción:
Local
Total
De fondo
Masiva
Extinción Local. En este caso, la especie deja de existir en un área determinada, aunque sigue viviendo en otro lugar. Este fenómeno también es conocido como extirpación. Un caso interesante es el del águila arpía (Harpia harpyja’’), la cual vivía desde el sureste de México, América central y parte de Sudamérica. En la actualidad se encuentra extirpada de México debido principalmente a la deforestación. Esta es la rapaz más grande de América, con una envergadura que con frecuencia rebasa los dos metros y un peso que llega a rebasar los 10 Kg.
Las extinciones locales pueden ser subsanadas por individuos provenientes de otras áreas de distribución de la especie en cuestión, como es el caso del lobo mexicano (Canis lupus bailey), que fue reintroducido por el propio humano, quien fue responsable de su extinción local en México por caza y envenenamiento. En la actualidad existen manadas en el norte del país, provenientes de individuos criados en cautiverio.
Extinción total. En este caso, todas las poblaciones de una especie desaparecen completamente sin dejar ninguna descendencia en ningún lugar, ni con su mismo DNA ni otro evolucionado. En este caso encaja el pájaro carpintero imperial (‘’Campephilus imperialis’’), que habitaba el sur de Estados Unidos y el norte de México; debido a la tala inmoderada de su hábitat no ha sido observada desde 1997, por lo que se considera extinta. Esta ave llegaba a medir hasta 60 cm. de altura y cada pareja llega a requerir hasta varios kilómetros cuadrados de bosques para sobrevivir y alimentar a sus crías.
Extinción de fondo. Este tipo de extinción ocurre con una tasa constante en todos los grupos taxonómicos en períodos de tiempo geológico y se considera el proceso normal de extinción. Se piensa que se encuentra condicionado por factores bióticos como la competencia o la depredación en combinación con un cierto agotamiento genético de la especie en cuestión.
Extinción masiva. Se dice que esta ocurre cuando más del 10% de las especies desaparecen en un año, o más del 50% desaparece en un período de entre uno y tres millones de años. De acuerdo a nuestro conocimiento de la vida en la Tierra, estas extinciones son muy poco frecuentes y representan una gran crisis biológica originada por cambios muy rápidos, principalmente de factores abióticos. Las causas propuestas para estos cambios ambientales súbitos tienen ver principalmente con dos grupos de factores: intrínsecos y extrínsecos al planeta. Los intrínsecos tienen que ver con factores principalmente relacionados con la geología planetaria: choques, hundimientos y surgimiento de continentes; actividad volcánica muy incrementada y cambios en el magnetismo terrestres. Los extrínsecos tienen que ver con factores extraterrestres, como bombardeo de cometas y asteroides, supernovas cercanas y ráfagas inesperados de radiación cósmica; incluso en algún momento se propuso la existencia de una estrella gemela del Sol con una órbita muy excéntrica.
Un ejemplo muy conocido y estudiado, principalmente por la cercanía en el tiempo (del orden de 65 millones de años), tiene que ver con la extinción K – T (por Cretácico – Terciario). En efecto, esta extinción masiva acabó con varios grupos taxonómicos: las amonitas, belemnites y rudistas, grupos invertebrados marinos, además con el famoso grupo de los dinosaurios. Se ha estudiado a fondo el impacto de un asteroide de más de 10 Km de diámetro en la costa cercana al poblado yucateco de Chicxulub. Este impacto generó un cráter de casi 200 Km de diámetro y liberó una energía superior a la explosión de todas las bombas nucleares almacenadas en los arsenales de todo el mundo (unos 100 teratones de TNT o sea 1014 toneladas). Provocó la extinción del 90% de la biota planetaria y tardó del orden del millón de años en despejarse sus efectos en la atmósfera y los océanos.
La documentación en el registro fósil de las extinciones masivas justifican plenamente la división del tiempo geológico. En efecto, la separación en Eras y Períodos está plenamente justificada por el registro fósil.
Radiación adaptativa.
Radiación adaptativa es un término empleado para describir la diversificación hacia distintos nichos ecológicos por especies derivadas de un ancestro común. Algunos ejemplos impresionantes incluyen a los chupaflores hawaianos (ver figura 6) y los peces cíclidos de los grandes lagos de África; en ambos grupos, las especies cercanamente relacionadas difieren ampliamente en sus hábitos alimenticios y la morfología asociada a tal proceso. Como en muchos ejemplos de radiación adaptativa, estos dos grupos se han diversificado en regiones en los que la diversidad de otras aves o peces es baja. Por lo tanto, parece que los cambios evolutivos en el empleo de los recursos están frecuentemente determinados por la competencia entre las especies, y pueden ser apreciados por la disminución de la competencia.
En teoría, la competencia interespecífica puede favorecer la evolución de la divergencia, por lo que las especies se hacen distintas en la manera del empleo de sus recursos. Las respuestas evolutivas de este tipo pueden fomentar la radiación adaptativa, pero no son necesariamente responsables de todas las radiaciones adaptativas. Los ejemplos de Desplazamiento de Carácter son una evidencia de que las especies evolucionan en respuesta a la competencia interespecífica; los desplazamientos de carácter se definen como una mayor diferencia entre pares de poblaciones de especies simpátricas que entre pares de especies alopátricas.
Desde luego, surge la pregunta ¿Existe alguna relación entre las radiaciones adaptativas y la biodiversidad? Indudablemente que existe. En todos los casos en que se ha presentado una radiación adaptativa, la biodiversidad se ha visto enriquecida. Considera, por ejemplo el caso de la radiación adaptativa de los mamíferos (ver figura 7) que generó la gran diversidad de ésta Clase taxonómica. Se generó una gran variedad que va desde los voladores (murciélagos), planeadores (ardillas), corredores (caballos), fosorios (topos), arborícolas (simios), semiacuáticos (nutria), marinos no estrictos (focas) y marinos(delfines y ballenas); en fin, la biodiversidad del planeta es actualmente más rica debido a la radiación adaptativa de los mamíferos y de cualquier otro grupo que se haya diversificado.
Figura 6. Muestra de la radiación adaptativa de los chupaflores hawaianos (Drepanididae). En el esquema se hace énfasis en la forma de los picos, que indudablemente tienen relación directa con el tipo de alimento al que tienen acceso; desde los robustos comedores de semillas, hasta los delgados bebedores de néctar. También se incluyen flechas que indican las posibles rutas evolutivas entre especies.
Si bien la radiación adaptativa enriquece considerablemente la biodiversidad planetaria, también en cierto que las principales radiaciones adaptativas que el planeta ha atestiguado, han surgido en momentos de crisis, en momentos posteriores a extinciones masivas. Es muy probable que esto ocurra debido a que las extinciones masivas dejen una gran cantidad de nichos ecológicos vacíos, los cuales son rápidamente cubiertos por los pocos sobrevivientes que, debido a la ausencia de competidores reemplazan rápidamente a las especies extintas en sus funciones ecológicas. Ante la extinción del límite K - T no solamente los mamíferos sufrieron una intensa radiación adaptativa, tambien lo hicieron las aves, que cubrieron una amplia variedad de ambientes; no solo se hicieron con el ambiente aéreo, sino que abordaron el ambiente acuático (pingüinos), algunas se hicieron corredoras (avestruz, emú y otras), otras vadeadoras (garzas y flamingos), aves de presa, cotorros, golondrinas, etc.